...entonces, la piel se derrama... (detalle) Videostill. Marta Ares. 1995

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...ENTONCES, LA PIEL SE DERRAMA...
por ELENA OLIVERAS

Si hay algo en nuestro cuerpo que sentimos nos protege, poniendo un límite con el exterior, eso es la piel. "Derramarla", entonces, en el acto simbólico que propone Marta Ares, no puede generar más que sorpresa e inquietud.
En toda su obra el cuerpo-nombrado a través de su ausencia-ocupa un lugar central. Destejiendo sueños y fabulaciones que aluden al imaginario social que lo construye, Ares trae a un primer plano nuestros temores sobre su vulnerabilidad y sobre el daño de las incoherencias cotidianas, aunque a veces estés dulcificadas por la ternura o el amor.
A diferencia de instalaciones anteriores, prescinde esta vez de la explicitación del texto. Sólo un leve título."...entonces, la piel se derrama...-aporta una velada clave para resolver el enigma planteado. Enigma que, esta vez, no apela a la narración, a la reconstrucción de una historia, sino al registro ''bajo", instintivo, preverbal, del incosciente.
Nos invita así a abandonar certezas. Tanto la imagen en movimiento, proyectada sobre una gran pantalla-con una dirección "anormal" de derecha a izquierda-como la superficie cubierta del piso, provocan un efecto desestabilizador. Nada es como debe ser. O lo que fue se ha perdido. De la piel que conocemos -y tal como está simulada en la pantalla o en la goma del piso- han desaparecido sus propiedades esenciales. Ha perdido consistencia, es fría, no tiene color, se ha ablandado hasta alcanzar la cualidad casi amniótica de un fluido que se derrama. Si lo que vemos es "piel" Qué pasa con nuestro cuerpo? Lo seguimos sintiendo como "casa", como lugar que nos pertenece y nos protege ?...Hasta cuándo? El movimiento de la imagen parece ser inevitable e incontrolable. Intenso o calmo, puede ser la señal del esfuerzo, de la placidez, del placer, de la pulsión erótica, de la espera, de la ofrenda. Vencido por la quietud, nos introduce a ver también la señal discreta de la muerte.
Sin melancolía, con una actitud comprometida y al mismo tiempo distante, Ares presenta algunos de los terrores latentes de nuestra sociedad. Como nunca antes, el hombre tiene la posibilidad de reinventarse a sí mismo (con la ayuda de ingeniería genética, la biotécnica, la cirugía plástica avanzada o los ejercicios de expansión mental). Pero, lejos de traer seguridad, esa posibilidad genera una mayor incertidumbre y un mayor sentimiento de fragilidad biológica y espiritual.
A este sentimiento alude, precisamente, Ares situándose así en la base de un sentir distópico, antiépico. Toma, de esta manera, la "temperatura" de su tiempo.

...entonces, la piel se derrama...
por Elena Oliveras
Galería Tema, Bs As, Argentina
Catálogo de exposición
1995